Desde
hace casi diez años un grupo a amigos subimos todos los años a una sidrería el tercer
fin de semana de enero para disfrutar de esta rica bebida y de los deliciosos
manjares que se ofrecen en estos establecimientos. El menú que se degusta,
aunque varía de unos lugares a otros no cambia en lo esencial: De primero una
riquísima tortilla de bacalao, seguido de bacalao con pimientos verdes y un
rico chuletón asado a la parrilla acompañado de pimiento rojos; para finalizar
se saca queso Idiazabal, membrillo y nueces. En alguna ocasión nos han puesto
chorizo a la sidra o panceta, pero el típico menú es el descrito anteriormente.
Os recomiendo escoger sidrerías que únicamente se dediquen a eso y no sean
también restaurantes, ya que restaría autenticidad a la tradición. El precio
del menú oscila entre los 24 y los 30 euros.
Todo
los manjares descritos están regados de la deliciosa sidra que está almacenada
en kupelas y que puedes degustar toda la que quieras. La tradición dice que
cuando alguien quiete tomar sidra debe decir “Txotx” y todos aquellos que
quieran llenar su vaso se arriman a las kupelas abiertas y lo colocan a cierta
distancia para que la sidra rompa directamente en el vaso y le ofrezca ese
sabor tan peculiar.
La zona
de sidrerías es muy extensa, sin embargo las mejores se encuentran en el área
de Astigarraga, cerca de San Sebastián. Allí es donde más sidrerías se
concentran y existen algunas antiguas en las que se puede disfrutar de la
tradición propiamente dicha. No obstante, ahora han proliferado por casi todo
el País Vasco y también podemos
encontrar en Álava, aunque suelen ser distintas. En esta provincia nosotros
hemos estado dos veces, el pasado fin de semana y hace un par de años donde las
kupelas en vez de ser de madera como suele suceder, eran de metal y se
encontraban en otra habitación lo que restaba cierto encanto a la sidrería.
Este
año la sidrería se encontraba en la localidad de Amurrio (Álava) y se llamaba Iarritu.
No está ubicada en el mismo municipio, si no en uno de sus barrios que se
denomina Lezama. No es fácil de encontrar, ya que hay que desviarse por un cruce
y subir una gran cuesta así que lo mejor es que preguntéis en el pueblo. El
precio del menú es de 24 euros por persona. La calidad del menú era buena, sin
embargo la cantidad era más escasa que otras veces. La sidra también tenía un
buen sabor y había dos kupelas, mientras que en otras en las que hemos estado
existe más variedad de barricas y por lo tanto puedes catar mayor número de
sidras, pero sobre todo eso sucede en la zona de Astigarraga; por eso en un
primer momento he recomendado que os acercarais hasta allí.
La casa
en la que nos alojábamos también estaba en el barrio de Lezama y se llamaba Casa Usko. Tiene cuatro habitaciones,
una cocina, un comedor, una piscina e incluso pista de tenis. Nosotros fuimos
diez y nos costó 410 euros el fin de semana con el uso de todas las
instalaciones.
Al municipio de
Amurrio nos acercamos tanto el sábado como el domingo. Es un pueblo grande, el
problema es que no hay mucha animación para el número de habitantes que tiene.
Estuvimos tomando algo en el bar El Crucero y luego nos acercamos a la
Bodeguita, donde pudimos disfrutar de un camarero que nos hizo varios trucos de magia y pasamos un
buen rato.
No
obstante, una de las mayores experiencias del viaje fue el mercado de San Antón
que este año se celebraba en Amurrio el domingo 20. Desde primera hora de la
mañana los comerciantes montan sus puestos en los que puedes encontrar multitud
de productos sobre todo de alimentación desde numerosos quesos hasta cremas de
orujos, pasando por conservas. Nosotros adquirimos un queso curado que está de
muerte y una crema de orujo de mora. Para comer nos decantamos por chorizo,
cecina de potro y salchichón. La cecina de potro era muy suave y el chorizo
tenía un sabor exquisito. Además, en la plaza se realizaba la rifa del cerdo de
San Antón, donde se podía pujar por los distintos productos del animal. A los
visitantes que les entraba hambre, mientras recorrían el mercado, podían
disfrutar de los tradicionales talos, que son unas tortas de maíz rellenas que
se comen mucho en el norte.
Tras
degustar los productos del mercado decidimos ir a visitar la localidad de
Orduña, donde hay una cascada espectacular, sin embargo por las inclemencias
meteorológicas no la pudimos ver, pero estuvimos dando una vuelta por su plaza
y por sus calles, donde existen numerosos bares donde realizar una parada.
Aunque estuvimos en varios el que más me gusto fue el Sortetxe, donde se pueden
degustar cócteles desde cuatro euros, yo por ejemplo probé el daiquiri de
fresa, aunque para los que quieran degustar tapas también tenían una pinta
maravillosa. Tras nuestra tarde en Orduña pusimos rumbo a Bilbao, aunque eso lo
dejo para un artículo posterior. Espero que os haya gustado y os animéis a visitar
las sidrerías del País Vasco; os aseguro que no van a decepcionaros y
repetiréis.
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