Tras salir de Coimbra nos dirigimos a Aveiro, que por
algunos es conocida como la Venecia de Portugal. Aunque dista bastante de
parecerse a la ciudad italiana, merece la pena visitarla. Sobre todo, hay que
destacar sus calles, sus casas y el río que recorre todo la ciudad. No podéis
perderos montar en una góndola e ir poco a poco disfrutando de Aveiro, tienen
precios muy económicos y un gruía te va explicando cada uno de los recovecos
que tiene la ciudad. Además, cerca de donde se cogen las góndolas hay un
mercado en el que puedes comprar diferentes souvenirs para tener un recuerdo de
vuestro viaje por esta hermosa ciudad.
Tras nuestra visita en Aveiro llegamos a Oporto. El primero
lugar donde paramos fue en la catedral, está en lo alto de la ciudad, por lo
que se tienes buenas perspectivas de lo que se puede visitar. A continuación, bajamos
a la Ribera, que fue la zona que más me gusto de la ciudad. En ella puedes
aparcar el coche e ir recorriendo un paseo en el que te encuentran numerosos
establecimientos hosteleros. Casi todos sirven menús del día con precios
bastante competitivos y con productos muy típicos de Portugal, como el bacalao.
Tras la comida, contratamos una excursión que incluía una visita a una bodega
para catar el típico vino de Oporto y un paseo en barco para recorrer su gran
río.
Lo primero que hicimos fue ir a visitar la bodega, la verdad
es que me defraudó bastante, ya que en la misma visita incluyen a grupos
demasiado grandes y con niños, por lo que es muy difícil oír al guía y
enterarte de lo que está diciendo, además el vino dulce de Oporto no nos gusto
mucho. No obstante, aquellas personas que no hayan visitado nunca una bodega
puede que les llame la atención, además cuesta muy poco dinero, por lo que no
dejaría de hacerlo.
A continuación, cruzamos el río para dirigirnos al barco que
nos iba a dar un paseo por los siete puentes. La verdad es que esta travesía sí
merece la pena hacerla porque te ofrece una visión de toda la ciudad. El único
problema que tuvimos fue el tiempo que hacía aire y nos llovió un poco, pero
aún así fue fantástico. Tras el paseo en barco, decidimos recorrer un poco La
Ribera a pie para luego dirigirnos a nuestro alojamiento EasyHotel. A mi me gusto
bastante, pero tened en cuenta que son lugares para una noche, ya que todos los
servicios que ofrecen el resto de los hoteles como cambio de toallas, hacer la
cama… son servicios extra, por lo que los tienes que pagar a parte. No
obstante, la habitación, así como el hotel en general era muy moderno y la cama
cómoda, además estaba al lado de la estación de autobuses. Lo único que la zona
no inspira mucha confianza, pero tenéis un parking enfrente donde podéis dejar
el coche; además como estáis alojados en el hotel os hacen precio especial.
Tras cambiarnos decidimos salir a tomar algo por el centro
de Oporto, al igual que en Lisboa hay tranvías, pero los antiguos tiene un
trayecto bastante corto, por lo que no merece la pena cogerlos. Como no nos
gustaron mucho las calles que había por el casco decidimos bajar otra vez a La
Ribera, donde hay mucha más gente y mayor número de establecimientos para cenar
o tomar un rico helado.
Al día siguiente nos levantamos pronto para ver lo que nos
quedaba de Oporto y continuar nuestro viaje. Tras desayunar nuestra primera
parada fue la Torre de los Clérigos. Por tres euros puedes subir por unas
escaleras arriba del todo, donde tienes hermosas vistas de la ciudad. Son más
de 200 escalones, pero no cuesta mucho, además si vais a primera hora de la
mañana no hay gente, por lo que lo podéis hacer a vuestro ritmo y realizar
diferentes instantáneas según vais subiendo por la torre.
Cerca de allí se encuentra la Librería Lello e Irmao, no dejéis
de verla si os gusta Harry Potter, ya que allí se grabaron algunas de las
escenas de la película. Además, la podéis recorrer sin ningún tipo de problema,
lo único malo que no dejan hacer fotos, pero desde la calle puedes. Aquí os
dejo una instantánea para que os hagáis una idea.
Al igual que os he recomendado que visitéis la librería,
también deberías entrar a algunas de las numerosas tiendas artesanales que
existen en la zona de Oporto, donde se pueden encontrar verdaderas virguerías.
En la instantánea de abajo podéis ver un precioso tiovivo, pero también había
norias, preciosas cajas de música y un sin fin de regalos más. Los grandes son
un poco costosos, pero si os queréis llevar algún recuerdo, siempre podéis
comprar algo más pequeño que seguro que es un recuerdo muy especial de vuestro
paso por esta hermosa ciudad.
Tras la visista a un par de tiendas, decidimos continuar
nuestro camino hacia Valenca do Minho. La verdad es que el pueblo parece muy
bonito desde fuera, pero luego defrauda un poco. Esta rodeado de una extensa
muralla, pero es lo único que tiene. Aparcas el coche fuera y recorres sus
calles que están atestadas de tiendas, donde te venden, sobre todo, cosas para
la casa como toallas o mantelerías. Antes nuestro país vecino era muy famoso
por sus toallas, pero a mi me trajeron unas hace unos años bastante malas, por
lo que este año decidí no comprar. Eso sí os recomiendo que comáis allí,
nosotros degustamos un arroz caldoso de muerte y muy barato. Comimos en la terraza del
restaurante O Limoeiro. Está un poco escondido, pero seguro que os ofrecen publicidad
y os indican donde está ubicado. Tras comer y ojear algunas tiendas decidimos
continuar nuestro camino a Galicia y a la península de O´Grove, pero eso ya os
lo conté hace unos meses, así que si queréis echarle un vistazo aquí os dejo el
enlace del blog http://lacucharaenlamaleta.blogspot.com.es/2013/01/ruta-por-galicia-el-paraiso-del-marisco.html.
Muy interesante, Lauri, muy buen recorrido! Ahora que nos vamos cuatro días a Oporto, tomo nota de tus recomendaciones y, a la vuelta, las ponemos en común con un refrigerio de por medio! Gracias!
ResponderEliminar¡Cuántas ganas tengo de conocer Oporto! está fenomenal el recorrido que has mostrado, me quedo con los dientes largos y tu reseña apuntada.
ResponderEliminarGracias Laura, un beso.