lunes, 29 de abril de 2013

Lisboa, la ciudad de los tranvías



Este verano decidimos acercarnos al país vecino y recorrer sus ciudades más emblemáticas; y como no podía ser de otra manera decidimos comenzar por su capital, Lisboa. La verdad es que de los lugares donde estuvimos fue el que menos me gusto, pero merece la pena una visita sobre todo por lo cerca que está y los precios económicos que tiene. 
Lo que más destaca de Lisboa, son los antiguos tranvías que recorren las diferentes calles de la ciudad. Para llegar a las zonas nuevas de la capital también existen tranvías modernos, pero estos no llaman demasiado la atención, aunque también se pueden probar, sobre todo para llegar al barrio de Bélem. Para moverte por Lisboa lo mejor es comprar una tarjeta que se llama 7 colinas cuesta 0,50  y la puedes recargar en función de los días que vayas a pasar en la ciudad.

Nosotros llegamos un jueves por la tarde y lo primero que hicimos fue ir al Hotel Amazonia, nos salió a muy buen precio y está bastante bien ubicado, ya que tardas cinco minutos en llegar andando a una de las avenidas más céntricas de Lisboa, y un cuarto de hora en bajar a una de las zonas más concurridas. Además, como suele ocurrir en cualquier ciudad hay muchos medios de transporte que puedes utilizar. El hotel era un poco viejo, pero tanto las instalaciones como el desayuno eran bastante aceptables, lo único malo es la fachada exterior, ya que ofrece una impresión bastante mala. En la zona encuentras aparcamiento gratuito fácilmente y tienes varios restaurantes para comer o cenar. Nosotros nos decantamos por un brasileño en el que pudimos degustar diferentes tipos de carnes.

Al día siguiente nos levantamos pronto, desayunamos y cogimos la avenida Liberdade para ver la plaza del Marques de Pombal y llegar hasta la plaza del Comercio, que desemboca en el mar. Allí decidimos comprarnos unos helados y tomarnos frente al mar. Fue una de las cosas que más me sorprendió de Lisboa lo rico que están los helados de diferentes sabores. A continuación, y tras comprar la tarjeta 7 colinas, decidimos utilizar los tranvías para ver el centro de la ciudad. La primera vez que te montas es algo fascinante y por ello lo utilizamos para movernos por los diferentes puntos de la ciudad. El primer lugar donde paramos fue en la catedral; luego continuamos hasta el Castillo de San Jorge, pero no llegamos entrar, pero nos sirvió para dar una vuelta por los alrededores y descubrir las calles de Lisboa.

Tras comer en un parque decidimos coger uno de los tranvías nuevos para llegar hasta el barrio de Bélem, aunque como se nos había hecho tarde, y los domingos por la mañana se puede entrar gratis a los monumentos de esta zona, simplemente estuvimos dando un paseo; ya que es una de los lugares más bonitos de la capital, gracias al Monasterio de los Jerónimos, la torre de Bélem y el Monumento a los Descubridores. 

Para terminar el día decidimos utilizar el funicular, así como los diferentes tranvías para tener una perspectiva de Lisboa de noche. Además, decidimos recorrer los barrios altos de la ciudad, ya que por la noche es por donde se concentra la marcha, aunque como al día siguiente nos esperaba una jornada dura decidimos regresar pronto al hotel.

El segundo día nos acercamos a ver la ciudad de Sintra, que bajo mi punto de vista es la más bonita que vimos en Portugal y por ello he decidido dedicarle un post, que publicaré el miércoles y he editado un pequeño vídeo en el que se puede ver los diferentes castillos. No obstante, también visitamos el Cabo de Roca y Cascais, os aconsejo que si vais con tiempo os acerquéis a estos dos lugares, pero no son nada del otro mundo, así que yo dedicaría más tiempo a Sintra y me omitiría estos dos destinos, eso sí daros cuenta que Sintra es una ciudad muy turística, por lo que armaros de paciencia sobre todo si vais en coche.

El domingo nos levantamos pronto para visitar el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Bélem, daros cuenta de que como esa mañana es gratis hay colas bastante largas, así que presentaros allí antes de que abran los monumentos. Nosotros decidimos visitar primero el claustro de los Jerónimos, que  como podréis ver en el vídeo es impresionante, por lo que os recomiendo fervientemente que entréis. Además, mientras estáis esperando la cola podéis echar un vistazo a la iglesia y al museo arqueológico de la ciudad.

Tras esta visita nos dirigimos a la Torre de Belén, es una torre defensiva y que ofrece unas vistas bastante espectaculares de la desembocadura del Tajo. En ella se pueden ver los cañones, los fosos e ir subiendo los diferentes pisos hasta llegar a la terraza. Como había tanta gente era un poco complicado subir y bajar, pero seguro que si vais en otra época o entráis otro día pagando la entrada, no tenéis ningún problema.


Nuestro siguiente destino fue el pueblo de Óbidos, que se encuentra a 80 kilómetros al norte de Lisboa. Es una villa medieval en la que destacan sus calles y casas, así como sus comercios. Justo antes de entrar hay un  pequeño mercadillo, en el cual se puede comprar cerámica portuguesa, unos bollos preñaos riquísimos y zumos de naranja muy frescos. Al final del municipio hay un gran castillo y alrededor han creado otro mercado con un pequeño anfiteatro para durante el verano representar una gran Feria Medieval, que dura diferentes semanas de los meses de julio y agosto, lo malo es que cuando nosotros fuimos se acababa de terminar.

Tras comprar los bollos y comer en un área de descanso, ya que en Óbidos había mucha gente y los menús eran un poco caros, continuamos nuestro viaje hasta Coimbra, donde hicimos noche. Allí nos alojamos en el Hotel Confort Inn Almedina, era un alojamiento bastante aceptable que se encontraba cerca del centro, pero no tenía problemas de aparcamiento. Esta ciudad es pequeña, por lo que os la podéis recorrer andando. Lo más destacado es su paseo bordeando el río y su famosa universidad, así como las numerosas iglesias que se encuentran en sus diferentes calles. En el centro de Coimbra existen bastantes establecimientos hosteleros, lo malo es que el domingo por la noche cierran pronto y casi  no nos dio tiempo a cenar, menos mal que saliéndonos del centro encontramos un restaurante en el que pudimos degustar los fabulosos pescados portugueses como el bacalo a la bras (un plato exquisito, la receta os la contaré esta semana) y unas sardinas a la  plancha. Con lo único que debéis tener cuidado en Portugal es que cuando os sentéis a cenar o a comer os ponen un plato con diferentes aperitivos (aceitunas, mantequilla, queso…) y luego os lo cobran a precios, que bajo mi punto de vista, son un poco caros si se comparan con el coste del menú, así que tened cuidado. Tras la cena nos fuimos al hotel para descansar, ya que al día siguiente continuábamos nuestro viaje a la ciudad de Aveiro para terminar en Oporto, pero eso ya os lo contaré en otro post. De momento os dejo un vídeo de nuestros días en Lisboa.


 

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