Tailandia
es un país que te enamora y a la vez te
deja con la sensación de seguir queriendo conocer Oriente. Si quieres
desconectar totalmente del estrés y de tu vida normal, qué mejor que irte a la
otra punta del mundo y disfrutar de este maravilloso país.
En este
caso nosotros hicimos un circuito que nos mostró las ciudades más importantes
de Tailandia. Intentar elegir un vuelo directo para perder el menor tiempo
posible, aunque si os agobian mucho los aviones, tened cuidado, ya que son 12
horas para ir y 13 para volver. Os aconsejo que intentéis dormir en el avión,
ya que allí, por lo menos nosotros, llegamos a primera hora de la mañana y nos
tuvimos que poner en marcha para ver Bangkok.
La
verdad es que iba un poco asustada porque había leído muchas cosas de esta
ciudad, sobre todo la gran cantidad de gente que vivía y que podía llegar a
agobiar, pero para nada. Aunque vivan más de quince millones de habitantes no
da la sensación de agobio que puede producir cualquier ciudad europea. Nada más
llegar al hotel, al ser un viaje contratado, apareció la guía para vender las
respectivas excursiones, os aconsejó que Bangkok la visitéis por vuestra
cuenta, ya que es una ciudad muy accesible, eso sí nosotros decidimos contratar
una excusión al mercado flotante, que se encuentran a 90 kilómetros de la
ciudad.
Lo
primero que hicimos fue coger un taxi, existen cientos de ellos en la ciudad
con diferentes colores y son muy baratos. Fuimos al Palacio Real, que es una de
las grandes maravillas que tiene la capital tailandesa. Nada más llegar nos
intentaron timar, haciéndonos comprar la entrada con antelación, pero os puedo
decir que esto es muy raro en Tailandia, ya que en el resto de los días que
estuvimos no volvió a ocurrir nada parecido. No obstante, no nos fiamos y
compramos la entrada una vez dentro del Palacio.
Tras pasar varias horas en el Palacio y tomarnos un refrigerio, porque si no es imposible sobrevivir, decidimos acercarnos al templo Wat Arun, que se encuentra al otro lado del río. Aquí os donde se complica un poco el viaje, a la hora de entenderse con la gente, ya que teníamos que coger un barco que cruzara el río Phraya, pero no sabíamos donde teníamos que hacerlo. Intentamos preguntar a varias personas en inglés, pero no sabían y los tailandeses no hablan mucho con los gestos, así que entre lo que nos explicaron y el mapa conseguimos llegar a un embarcadero muy pequeño, rodeado de tiendas y con un fuerte olor a bacalao. El ticket para el barco sólo costaba unos céntimos así que decidimos montarnos para ver si ese era el que nos llevaba al templo, y tuvimos la suerte de que sí. Este templo es una especie de torre, a la que tienes que subir por unos escalones muy pronunciados, donde llegas a varias terrazas en las que hay varias esculturas de soldados y animales.
Tras
llevarnos la primera impresión de la ciudad, decidimos volver al hotel para
cambiarnos y salir a cenar. La guía nos recomendó no comer en los puestos
callejeros, ya que los estómagos de los occidentales no están acostumbrados a
las especias y al picante. Así que como estábamos cansados decidimos entrar a
un Pizza Hut y cenamos de lujo y aunque pedimos una pizza sin picante, tenía
cierto punto, con esto os quiero decir que casi todas las comidas van a tener
ese sabor.
Al día
siguiente teníamos la excursión al mercado flotante, que os la recomiendo,
porque es una aventura formidable, se encuentra a 90 kilómetros de Bankgok
por lo que nosotros decidimos contratarla. En este mercado puedes encontrar
multitud de productos, aunque sobre todo destacan las diferentes frutas que
puedes catar. En esta excusión también se incluía la visita a un templo y a un
parque con animales en el que tuvimos
nuestro primer contacto con los elefantes y es una de las mejores experiencias
del viaje, ya que les puedes dar de comer y acariciar. En este mismo parque
también puedes disfrutar de un espectáculo con cocodrilos y les puedes echar de
comer, aunque con más cuidado, ya que no son tan dóciles. La tarde la
terminamos con un estupendo masaje de dos horas. Os recomiendo que disfrutéis
de todos los masajes que podáis, ya que son muy baratos y una auténtica delicia,
eso sí aseguraros de que no tienen final feliz. Esa noche decidimos acercarnos
a un restaurante tailandés y pedir pescado y la verdad es que no estaba malo y
explicándoles que no les gusta el picante te lo colocan a parte. Terminamos el
día recorriendo un mercado que estaba cerca del hotel y donde podías encontrar
alguna que otra ganga, aunque no os volváis locos, ya que hay mercados en todas
las ciudades de Tailandia con precios parecidos o más baratos.
Nuestra
tercera jornada en Tailandia comenzó con el Templo de Mármol y Wat Po, que es
donde se encuentra uno de los budas más grandes del mundo. A continuación,
cogimos un taxi y nos acercamos a ver la montaña dorada, la verdad es que no es
nada del otro mundo, pero tiene un jardín bastante bonito y encima se está muy
fresquito, por lo que es una gran parada sobre todo a mediodía que es cuando
más calor hace. Cogimos un taxi para pasar la tarde en un centro comercial. Son
diferentes a los europeos, en el que estuvimos tenían siete plantas y cada una
de ellas se dedica a una temática, las que son de ropa tienes tiendas pequeñas
como las de los mercados con precios parecidos. Ese día volvimos a picar con
los restaurantes americanos, en este caso un Mc Donalds.
La
tarde la terminamos visitando un templo indio, cerca del hotel que es muy diferente
a los tailandeses. Para volver al hotel decidimos utilizar el skytrain, que
como su nombre indica es un metro que va
por el exterior. Hay máquinas para comprar los tickets, por lo que si sabéis un
poco de inglés no tendréis ningún problema. Terminamos el día tomándonos una
copa en el Sirocco Bar, que es uno de los hoteles más altos de Bankgok y tiene
unas vistas espectaculares. Las copas un poco caras, pero para tomarse una está
genial. Lo malo es que no te dejan echar fotos, pero si te escondes un poco,
siempre puedes hacer alguna.
RIO
KWAI
Nuestra
experiencia en Bankgok ya había terminado y ahora tocaba recorrer un poco este
maravilloso país. Comenzamos nuestra andadura en el río Kwai, donde visitamos
un museo y un cementerio de la Segunda Guerra Mundial donde se encuentran los
prisioneros que perdieron la vida durante la construcción del puente. No
obstante, lo más bonito fue el recorrido que se realiza por barca sobre el río
hasta llegar al puente. Para los cinéfilos está será una de las partes más
interesantes del viaje, ya que podrán ver la estructura de la película El
Puente sobre el Río Kwai.
En el
mismo puente, tomamos el tren de la muerte, no os asustéis por el nombre, ya
que no sufriréis ningún percance, eso sí será un viaje interesante con unas
vistas maravillosas. Tras comer y continuar otro pequeño trayecto en el tren
llegamos al hotel
River Kwai, un alojamiento maravilloso en mitad de la nada. Al hotel hay
que llegar en barca y allí te dan una pequeña cabaña donde pasas la noche. Como
llegamos por la tarde pudimos disfrutar de la piscina e incluso la guía hizo
una pequeña excursión para explicar la flora que había en este lugar. Por la
noche en el propio establecimiento pudimos disfrutar de un espectáculo de las
tribus birmanas.
AYUTTHAYA
Al día
siguiente, continuamos nuestro recorrido hacia una de las zonas más conocidas
de Tailandia, el centro arqueológico de Ayutthaya, antigua capital del reino de
Siam. Lo que más llama la atención es una cabeza de Buda que se encuentra entre
las raíces. Según nos contó la guía en este lugar decapitaron varias cabezas de
buda y cuando ésta se iba a caer al suelo, las raíces del árbol se unieron para
impedírselo. No obstante, no es el único monumento que podemos ver en todo este
recinto, ya que hay varios budas que por su tamaño y su color blanco llaman la
atención.
Nuestro
siguiente destino fue lo que menos me gusto del viaje, ya que fuimos a un
templo, donde hay una gran cantidad de monos sueltos que intentan jugar
contigo, aunque a mí personalmente no me gusto su juego. Si lleváis comida para
ellos tened cuidado, ya que se os pueden tirar encima.
A
continuación, salimos hacia Phitsanulok, donde pasaríamos la noche. Allí la
guía nos ofreció hacer una excursión para ver el buda de oro que se encuentra
en un pequeño tempo y es uno de los budas que más nos llamó la atención. No
obstante, lo que más nos gustó de la excursión fue la visita a un mercado
típico de Tailandia, donde pudimos degustar varios insectos. Cabe señalar que
estos insectos no se encuentran en el campo, si no que se crían en granjas y
son aptos para el consumo. Los que más me gustaron fueron los renacuajos y los
gusanos y lo que menos las cucarachas.
Luego visitamos
el mercado, nos dieron para catar una especie de tortitas con merengues muy
ricas y carne de cerdo asada muy parecido a la panceta que tenemos en nuestro
país. La excursión finalizó con una cena típica tailandesa con un espectáculo en
el que participaron los chicos y nos reímos bastante.
CHIAN
RAI
Al día
siguiente, aunque estaba nublado y lloviendo visitamos el parque arqueológico
de Sukhotai, que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Tras ver este fantástico lugar nos trasladamos a la ciudad de Chian Rai, donde
pudimos disfrutar de uno de los mejores hoteles en los que he estado en la
vida, Le
Meridien. La cama era un lujo, el entorno lo mismo y tenía una maravillosa
piscina donde poder darse un baño para relajarse del viaje. Esa tarde noche
también aprovechamos el parón para darnos otro masaje tailandés y así
recuperarnos.
En
nuestra siguiente jornada pudimos disfrutar de una de las experiencias más
interesantes del viaje, ya que visitamos un par de tribus en las montañas, Akha
y Yao. Llegamos allí en camioneta y cargados de productos de alimentación para
dejárselos a la gente que vive en estas aldeas. Nada más bajarte del coche,
numerosos niños se acercan a ti para pedirte comida y ver quienes son esos
extraños que han llegado hasta su tribu. Poco a poco vas viendo las condiciones
en las que viven y lo mucho que les gusta interaccionar con los turistas y
mostrarles su modo de vida.
Nuestra
siguiente visita fue al museo del opio donde te muestran lo importante que ha
sido este producto para esa tierra y terminamos la mañana en el famoso
Triangulo del Oro del río Mekong, frontera entre Tailandia, Birmania y Laos.
Por la tarde había la posibilidad de hacer una excursión a Birmania, pero a mi
me pareció excesivo el precio para simplemente cruzar la frontera. Según nos
comentó la guía es un país más pobre que Tailandia y en la frontera se
encontraban mercados donde se podían adquirir imitaciones de ropa y otros
productos bastante baratos. Nosotros decidimos dedicar la tarde a un mercado de
productos birmanos, pero que se encontraba en la parte de Tailandia.
Al día
siguiente, visitamos uno de los templos más impresionantes del viaje, el templo
blanco: Wat Rong Khun. Es un templo inacabado con varios edificios, al
principal se accede a través de un puente bastante espeluznante, ya que salen
del agua como varios brazos de esculturas que intentan cogerte. No obstante, a
lo largo de los diferentes edificios podemos ver en más de una ocasión máscaras
u otro tipo de imágenes bastante macabras.
Si
impresiona el exterior del templo también lo hace el interior, ya que en sus
murales se pueden ver representados varios acontecimientos de nuestra historia
más reciente como las torres gemelas siendo derribadas por un avión, unas
zapatillas Converse a Bush y Bin Laden montados en una especie de cohete… Se
cree que los murales representan el enfrentamiento entre los valores orientales
(la paz o la espiritualidad) y los occidentales (el caos, el consumismo y la
violencia).
CHIAN
MAI
Continuando
nuestro viaje hacia Chain Mai paramos en una fábrica donde nos enseñaron como
se hace la seda, así como las famosas sombrillas. Son un souvenirs que no
podéis dejar de comprar, además son bastante baratas y te las pintan como tu
quieres. En el lugar donde paramos nosotros también te pintaban camisetas al
momento con dibujos fascinantes.
La
tarde la terminamos en el templo Doi Suthep o templo de la montaña. Allí
pudimos dar varias ofrendas a buda y nos colocaron una pulsera bendecida, mejor
dicho a las mujeres el sacerdote budista nos la dio y nos la tuvimos que
colocar nosotros, ya que ellos no pueden tocar a una mujer. Por su parte, a los
chicos si que se la colocaron. Por cierto, aunque parecía que la pulsera iba a
durar un par de días a mí me duró más de un año, eso sí por superstición nos
dijeron que era mejor que no nos la quitáramos, así que yo estuve más de un año
con ella en la muñeca.
Esa
noche nos fuimos con el chófer del autobús para disfrutar del deporte nacional
de Tailandia: Muay Thai. Fue una experiencia muy recomendable, incluso para las
personas que no nos gustan los deportes de contacto. Daros cuenta que no vais a
un estadio ni nada parecido, lo vimos en una especie de corral, donde salen
luchadores de diferentes edades, al principio da un poco reparo ya que
comienzan niños de unos 12 años a pegarse, pero luego poco a poco van saliendo
los mayores.
La
siguiente jornada era para mí la más esperada del viaje, ya que íbamos al
campamento de elefantes y es mi animal favorito y siempre he tenido la ilusión
de subirme encima de uno. Al contrario de lo que ocurre con otros animales como
el camello en los que ellos se bajan y tú te subes, aquí hay una especie de
plataforma para que los animales no sufran. En el paseo encima del elefante vas
disfrutando de una espesa selva y un hermoso río, una experiencia inolvidable y
fascinante que recomiendo a todas las personas y muy especialmente a aquellas
que estamos enamoradas de este animal.
Tras el
paseo por la jungla, disfrutamos de una pequeña exhibición de estos paquidermos
y pudimos jugar con ellos y disfrutar de este maravilloso animal. A
continuación, descendimos el río en balsa de bambú para terminar en una
maravillosa plantación de orquídeas, donde pudimos degustar una comida que
habían hecho especialmente para los viajeros españoles; incluso se atrevieron
con una tortilla de patata, que aunque no estaba igual que en España, estaba
bastante rica y sobre todo hay que agradecerles el esfuerzo, para que nos
sintiéramos como en casa.
Esa
tarde se podían realizar varias excursiones, una de ellas era para hacerte
fotos con tigres, los tienen en una especie de zoo y te dejan entrar y
arrimarte a ellos para sacarles fotos. Mientras los compañeros se estaban
haciendo fotos, yo decidí probar los peces que comen las pieles muertas de los
pies y la verdad es que la experiencia fue bastante agradable.
La
siguiente excursión que nos propusieron
fue la visita a las tribus Karen y Kayan que son parecidas Mae Hong Song. El
problema de ésta última es que para llegar hasta allí hay que desplazarse en
avión, mientras que las que vimos nosotros nos pillaba en el recorrido y por
eso pudimos ir a verlas. Estas tribus son conocidas como “Mujeres Jirafas” y
aunque cuando las ves te da un poco de reparo, la verdad es que según nos
explicó la guía allí se ve como algo normal y no como algo malo para las
mujeres. Quizá lo que más aprensión daba era ver a las niñas, ya que comienzan
cuando son pequeñas con siete u ocho años y se les van colocando collares a
medida que avanzan en edad.
PHUKET
Al día
siguiente cogimos un avión para acercarnos hasta las playas de Phuket para
descansar tres días antes de volver a España. Existen varios destinos de playa,
nosotros escogimos Phuket porque era el más económico, aunque también es el más
turístico, aunque como nosotros lo que queríamos era descansar escogimos un
hotel que no se encontraba en la zona de salir de fiesta, si no cerca de un
pequeño pueblo. El Hotel se llamaba Evason
Phuket & Six Senses Spa. Antes de llegar tanto el guía como el propio
hotel te ofrecen excursiones sobre todo relacionadas con el mar, lo que ocurre
es que como llegas tan cansado del resto del viaje, nosotros decidimos
disfrutar estos tres días y relajarnos en la playa.
El
hotel cuenta con una playa privada a la que se accede en barca, es un lugar
maravillosa con la arena blanca y las aguas cristalinas, también tiene una
maravillosa piscina que da al mar con unas vistas estupendas. Por lo que es el
lugar ideal para descansar y tomar algún que otro cóctel que si lo haces en la
hora feliz tampoco te salen tan caros.
Vaya viaje!!! todo muy bonito.
ResponderEliminarBesos
Cocinando con Montse